Odio sentir constantemente en mi oreja el zumbido de algún mosquito veraniego que decide revolotear por las cercanías de mi cabeza mientras estoy intentando dormir.
Odio que no exista la manera de repartir equitativamente los tres gustos que elijo para componer mi cuarto de helado, provocando que me pongan siempre muy poquito de un gusto, más o menos de otro y mucho del restante.
Odio cuando estoy charlando por MSN con alguien y me quedo esperando a ver qué dice porque supuestamente está escribiendo, y después resulta que no dice nada.
Odio la costumbre que tienen algunas personas de besar a sus mascotas en la porción de cuerpo que dichas criaturas suelen frotar contra genitales (propios y ajenos), excrementos, bolsas de basura, y demás elementos asquerosos.
Odio a la gente que al momento de tener que hablar por teléfono celular o inhalámbrico pretende que todos los que lo rodean se callen o bajen la voz, en lugar de dejarlos tranquilos e irse a hablar a otro lado.
Odio a la gente que se hace un autorretrato estilo "Simpson" y lo usa como avatar del MSN a pesar de que les haya quedado mal y no se parezca en nada a ellos.
Odio los booklets (léase "Librito de CD") que de tanto contenido que traen son demasiado gruesos para guardarlos cómodamente en su espacio correspondiente del package del CD.
Odio cuando transmiten partidos de fútbol en la tele y al empezar el segundo tiempo el relojito de la pantalla sigue contando desde 45:00 en lugar de empezar de cero.
Odio que me tomen un pedido en algún restaurant-casadecomidas-loquesea y quince minutos después venga el mozo y me diga “Disculpe, no nos queda más xxx” (reemplace "xxx" por el pedido que a usted se le ocurra).
Odio estar haciendo cola en la Caja Rápida del supermercado y ver que la persona que está adelante mío tiene en su chango más productos de los permitidos.
Odio que los medios traduzcan los nombres sajones de las personas a su supuesto equivalente latino... como por ejemplo hablar de alguien que se llama William y decirle Guillermo.
Odio (aborrezco, detesto, asesinaría con mis propias manos) a las personas que eligen ignorar abiertamente las prohibiciones de fumar en lugares públicos cerrados.
Odio a los curiosos/morbosos que en una avenida o autopista reducen innecesariamente la marcha de su vehículo para poner toda su atención en los restos de un reciente accidente, con los ojos sedientos de fiambre, y aumentando seriamente las posibilidades de provocar una nueva catástrofe.
Odio que alguna persona que no soporto use un perfume tan fuerte como apestoso, impregnando de manera permanente el aire con su repugnante esencia, provocando así que la odie aún cuando no está presente.
Odio estar inmerso en cualquier acto cotidiano lejos de mi computadora, ver algo que odio, pensar "lo voy a poner en el blog" y sumarlo así una breve lista de cosas que vengo intentando memorizar durante el día, para después darme cuenta que me olvidé al menos la mitad de esa lista al momento de intentar subirla acá.
Odio que algún pendejo travieso-insoportable-maleducado me moleste y que encima sus familiares lo tomen como algo digno de festejo. Y lo peor es que intenten motivarme a mí para que también lo festeje.
Odio la gente que se empecina en contarme historias interminables a viva voz cuando el entorno y las condiciones del mismo indican que habría que hablar en voz baja.
Odio a los desconsiderados que después de usar la cinta Scotch no se molestan en dejarle la punta doblada en una pestañita que permita el fácil acceso a despegarla en algún uso futuro.
Odio a los irresponsables que se mandan a cruzar una avenida transitada a mitad de cuadra y después andan esquivando autos con cara de que si los atropellan ellos no tienen la culpa.
Odio la gente que decide ver la secuela de alguna (buena) película sin haber visto la primera parte, y después te dice que le pareció una bosta y que no se entendía nada.
Odio a los tipos que, manejando su auto por alguna avenida, deciden poner la guiñada y disminuir la velocidad a 10 km/h unas tres cuadras antes de llegar a la esquina en la que finalmente van a doblar.
Odio entrar a un local y que sus productos no tengan el precio debidamente exhibido. . . . . . . (En Yenny los libros no tienen precio y la maquinola para consultarlos por código de barras no anda! Putos todos.)
Odio que el Security Boy de Musimundo me obligue a guardar la mochila en un locker cada vez que entro al local, que para colmo se cierra únicamente si le meto una moneda de $1 (no sé para qué, porque después me la devuelve).
Odio a las personas que parecen tener la necesidad imperiosa de incluir al menos una palabra en diminutivo en cada una de las frases que pronuncian en voz alta.
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(Odio sugeridito por el señor Herbie, posteriormente aprobadito, consensuadito, retocadito y habilitadito por el grupito multimedio dueño de Todo Lo Que Odio)
Odio arreglar con amigos para ir a jugar algún deporte en equipo y que algún desubicado traiga un invitado de último momento (sin avisar previamente), provocando así que la cantidad de jugadores por equipo quede despareja.
Odio que el médico se equivoque en un número o una letra o alguna señal insignificante al momento de hacerme la receta, y que posteriormente el farmacéutico se niegue a venderme el remedio por este estúpido motivo.
Odio estar mirando una película con alguien que no le presta atención, y que después diga que no la entiende o que no le gusta porque se perdió. Especialmente si es una película que se la recomendé yo.
Odio la gente que se gasta aproximadamente $100 en comprarse la camiseta de su equipo de fútbol, para lucirla por la calle únicamente al día siguiente de que éste gane algún partido importante.
Odio a la gente (generalmente mujeres) que espera hasta estar frente a la máquina de boletos en el colectivo, con personas esperando atrás, para recién ahí ponerse a buscar el monedero en su cartera y contar las monedas que necesita.
Odio hacerle una pregunta a alguien y que un tercero se apresure a contestar en su lugar. Sobre todo cuando se trata de un nene y alguno de sus padres.
Odio tener que estar todos los días ideando un meticuloso plan cuyo único fin sea que el tipo del kiosco me de las monedas que necesito para el colectivo.
Odio la clásica escena de película yanqui repetida hasta el hartazgo en la que un tipo se pone a aplaudir al protagonista en medio de una multitud silenciosa y lentamente todos se van contagiando hasta estallar en vítores y chocaditas de manos.
Odio el film plástico que suele venir pegado en los artefactos eléctricos nuevos, generalmente alrededor de las botoneras (casi siempre en los controles remotos), pero odio más todavía que alguna gente se lo deje para siempre aunque vaya perdiendo pegamento y se le empiece a hacer globitos.
Odio que cada vez más gente se mal acostumbre a usar el condicional en lugar del pretérito imperfecto. Por ejemplo, decir "Si yo haría una torta" en lugar de "Si yo hiciera una torta".
Odio a los tipos que se hacen los modernos y diseñan los colectivos nuevos con asientos por cualquier lugar y en cualquier orden y para cualquier lado sin ningún patrón aparente.
Odio que en los cumpleaños de gente adulta los cánticos se extiendan más allá del clásico "Feliz Cumpleaños", incluyendo hits aborrecibles como "Feliz feliz en tu día" o aún peor, "Salute, Felicidades, hoy es un día especial".
Odio que cuando se está agasajando a alguien por el motivo que sea (cumpleaños, graduación, bar mitzvah) salte alguien y diga "Que diga unas palabras!".
Odio a los que en su Fotolog ponen las letras del mismo color que el fondo para que uno tenga que andar marcando todo con el mouse y poder leer así las boludeces que escriben.